"A lo lejos sonó un retumbar de chamamé que salía de todas partes y de
la nada a la vez, era imposible que la música saliera de la laguna Yvera,
aunque entre el espeso juncal había un tembladeral de locos que lo hacía
posible. El juez de Paz y el comisario se miraron contrariados porque a punto
estuvieron de dar su engañoso discurso y nunca la música les sonó más inoportuna
en esa colonia olvidada hasta por las anguéras. Entonces, fue la recién llegada
del cielo, aún envuelta en sus inmaculadas sábanas blancas, la que habló y lo
hizo con una autoridad que no era de este mundo: 'Lo que no saben los
políticos es que el arte tiene eco propio'."
Fragmento de la novela Rosa la Bella no fue al cielo. Gladys Mercedes Acevedo. Todos los derechos reservados
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