"Entre medio de escarchas y neblinas y amaneceres
que no llegaban, nos fuimos abriendo camino a machetazos. Y luego llegó el sol
con su temperamento indeciso hasta que se impuso en lo alto como reafirmando
nuestros pensamientos. El hombre ya estaba allí parado en un rincón, como
ausente, luchando sin vernos con ese silbido infernal que le carcomía los
oídos. De a ratos sentía que el sonido parecía irse, pero luego volvía con la
intensidad de un zumbido de abejas. Entonces se agarraba
la cabeza y se maldecía así mismo por haber tentado a las angueras.
- ¿No lo escuchan? - les preguntaba.
- ¿No, a qué?
-A los silbidos. Vienen de todas partes.
-Es por la borrachera. Ya se te pasará.
Pero luego la borrachera cesó y éstos seguian allí. El no entendía por qué ellos no lo escuchaban, si hasta ..."
- ¿No lo escuchan? - les preguntaba.
- ¿No, a qué?
-A los silbidos. Vienen de todas partes.
-Es por la borrachera. Ya se te pasará.
Pero luego la borrachera cesó y éstos seguian allí. El no entendía por qué ellos no lo escuchaban, si hasta ..."
Cien cuentos para El Pombero. Gladys M Acevedo.
Todos
los derechos reservados a la autora (2019)
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