Es así como te pierdes en el umbral de los libros, buscando aquí y allá
mundos perdidos donde almas menos viles han de compadecerse de tus labios rojos
y tus pecados. De tu arrojo irreverente ante la vida, el de ir bordeando la
muerte y de vez en cuando la vida. Sí, la vida, esa que te enseñaron desde niña
a degustarla entre cantos de gallos y fragor de medianoche. Sé que te sientes
cómoda allí, en el vientre blando que te acuna y donde puedes liberar todos tus infiernos y empezar una nueva historia. Te duermes
acariciando las hojas y las plumas dulces que te van redimiendo a medida que
escribes mientras el crepúsculo avanza. Y te quedas dormida apenas, mientras
allá afuera de nuevo empieza la vida. Te quedas dormida apenas soñando que no
existirá otra noche.
Colección Cien cuentos para el pombero. Gladys Mercedes Acevedo. Todos
los derechos reservados a la autora
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