Lo observó caminar tembloroso, tanteando a ciegas su delgado camino de cuerdas.
Sabe que abajo lo espera el vacío. Ese que huele a abismos sin fronteras. Un
leve temblor lo hace aferrarse aún más al ansiado horizonte. Después de todo
adelante siempre habrá algo que lo espera, esa incertidumbre de espacios que
deben ser vividos. Siempre será mejor que ese vacío enorme de silencios.
Mientras avanza sabe que no hay razón para que los hombres no reconstruyan sus escombros, si miran hacia atrás siempre se encontrarán
con que hubo alguien que estuvo allí sujetando sus caídas, aunque a veces no
fuera un padre o una madre, un hombre o una mujer, también las peores bestias
bien domesticadas aprenden lo que es dar amor y hacer que te sientas menos
solo. No hay razón ni motivo más ruin como para que el hombre no intente
sortear sus laberintos y salir airoso de los destierros del pasado. El
equilibrista se aferra al horizonte porque sabe que al llegar lo espera la
maravillosa incertidumbre de la vida.
Colección Cien Cuentos para el Pombero. Gladys Mercedes Acevedo (2019).
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