13 de septiembre de 2018


Una tarde, un grupo de voluntarios trajeron a lomo de caballo al cura, a ese que tanto se había negado a bendecir la iglesia que ahora llamaban La capilla del diablo. Al verlo llegar, el gringo Tomasella con su arreador en el hombro, logró a duras penas controlar su cuerpo, pero nunca sus malos pensamientos respecto a ese cura que había osado despreciar a su iglesia. Así, con la rabia a cuestas se limitó junto a su amada nieta a controlar los pormenores de la ceremonia inaugural. Por un instante, la pequeña miró los ojos profundos y las cejas de Mefistófeles enojado de uno de los personajes que adornaba el escalofriante retablo y ya no tuvo dudas. Su abuelo se había retratado en el Capo Giúdicce, en el Ser Supremo que anotaba los pecados del mundo...
Gladys M Acevedo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Rosa la bella

"Tu final no es el mío. Tu adiós no me ha sepultado nunca. He atrapado tus sonrisas en todas las jaulas de mi memoria. Ni las histor...