El peregrino sabe que hay algo más detrás del silencio, de esa inmensa morada
que acurruca los suspiros de la gente. Sabe que hay una música etérea y
perfecta detrás del basto mundo que nos va juntando sin querer, como si
fuéramos una pieza más de los eslabones perdidos. Sabe de las carencias y de
los miedos de los que se buscan sin conocerce.
El peregrino sabe del instante exacto donde se gesta la consistencia de la
añoranza. Entonces se detiene y mira más allá del
silencio.
Gladys Mercedes Acevedo. Todos los derechos reservados
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