Estoy
ciego, sí. Hace muchos siglos que lo estoy. Además, la vida me ha ido
demostrando que no hay que creer ciegamente en las personas, aunque un buen
día, sin querer, aparece alguien como usted, que te va demostrando que vale la
pena estar ciego. Que todos los horizontes, los atardeceres e incluso los
amores más imposibles están allí, todos reunidos en un punto donde la gente
cree. No sé si fui yo quien la trajo aquí con mis pensamientos o simplemente
fue usted quién se apiadó de ellos. A menudo desde el umbral de mi ceguera me
apiado de los hombres que son incapaces de ver, aunque gocen de buena vista.
Fragmento
de Rosa La Bella No Fue al Cielo. Novela de Gladys Mercedes Acevedo
Todos
los derechos reservados a la autora
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