Están allí, casi siempre en solitario. Miran, se hipnotizan y se
maravillan con ese extraño éxodo, con el golpe exacto en que las olas sueltan a
su orilla y de nuevo se sumergen en los abismos del retorno. No lo hacen en
silencio. Se retiran con estruendos de nostalgias. Sí. Es un complejo
desprendimiento de vida y muerte. Todo allí parece gobernado por el mundo de
los retornos. Le sorprende la libertad de los libres, la sal del desamparo y la
aberración al tiempo. Comprende lo incomprensible, que hay una
profundidad que siempre gobierna y gesta. Que siempre está allí como una
manifestación de lo imposible. Observa maravillada la inmensidad de ese mundo
que es ajeno a las alas que la habitan. Compara. Sí. También las olas regresan
siempre, sin aviso previo como los amores de los hombres que no entienden de
despedidas. Llegan una y otra vez enlutados de esperanza sabiendo que el abismo
está a su espalda y los espera.
Colección Cien cuentos para el pombero. Gladys Mercedes Acevedo.
Todos los derechos reservados a la autora
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