6 de marzo de 2019

El agua arrastra el olvido

De nuevo cantan los gallos y el rugir del río que se repite acarreando a la creciente. A duras penas abro la puerta y dejo entrar al horizonte. Preparo mi lazo, aunque mi mano ya hace rato que tiembla añudado por arrugas. Aún está muy oscuro, adentro y afuera y ni siquiera el candil ilumina. Así, tal cual como esa última mañana en que te arrastró el río, en que te fuiste implorando mi auxilio. Y yo desde la canoa no pude hacer nada, ni siquiera tenía el lazo para retener tu cuerpo. Desde allá ité que una fuerte esperanza me atormenta. La misma que me ha acompañado toda una vida desde esa madrugada en que te vi guerrera peleando con remansos. Pero hace tiempo que tu figura ya no llega hasta mi puerta. Hace medio siglo que te has marchado de mi vida. Prendo un cigarro y preparo el mate para pensarte, pero no hay caso, ya no hay barro que te moldee. Aún no ha amanecido y yo miro el fuego que tiembla y se detiene y luego se apaga. Me caigo sobre la leña seca. Todo es tinieblas ahora mientras afuera ruge el río. Me pregunto si así será como llega la muerte escondiéndose entre los rescoldos. Me pregunto si esta vez mi lazo de tropero me ayudará a recuperarte. No quiero que el agua arrastre tu memoria, no quiero que el río arrastre tu olvido. Esta vez el agua llega por mí y yo sigo aferrado al lazo mientras muero.


Colección cien cuentos para el Pombero, Gladys M Acevedo. Todos los derechos reservados

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