"Es
cierto. A nadie parece importarle la muerte de un pobre y así sucedió con el baqueano Benito Arguello aquella mañana remota
cuando la balsa trajo al pueblo, no solo al circo de Melquíades, sino a una
partida de evangélicos entusiastas que traían a la colonia olvidada las
proclamas del apocalipsis y los entuertos del fin de mundo. El féretro
arrastrado por un carro de ejes ruidosos pasó por su lado sin pena ni gloria
por las polvorientas calles de la Colonia Carlos Pellegrini. Ni siquiera el
predicador tan atento al salvamento de las almas descarriadas reparó en que el
carro solo iba escoltado por un perro flaco y algunos que otros monos carayás
que se habían encariñado con el muerto. Para ese entonces el pueblo ya había
perdido todo entusiasmo por la novedad de la joven mujer que bajó del cielo
como Dios la trajo al mundo. Solo el viejo Itá, mudo testigo de los desacuerdos
de ese mundo olvidado, seguía prendado de su belleza."
Fragmento de Rosa la Bella No fue Al Cielo, Gladys
Mercedes Acevedo. Todos los derechos reservados (2019)
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