Detrás de ti, por encima e incluso empujándote las vísceras desde adentro
en una aureola maldita, está el olvido. Quiere arrastrar todo lo que alguna vez
nos ha pertenecido, lo bueno, lo malo, las circunstancias de lo que no nos
hemos permitido. Lloro y maldigo. Me resisto a dejarte partir. Los minutos, los
segundos son mortales, pisan como un pelotón sin piedad el germen de lo bueno.
De lo que pudo haber sido bueno. Sé que jamás podré resignarme a ver tu cadáver
sin sonrisa. Es eso lo que lapida el tiempo, las sonrisas maravillosas de los
buenos momentos.
Gladys Mercedes Acevedo (2019) Todos los derechos reservados a la autora
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